martes, 7 de diciembre de 2010

La Dame aux Camèlias

       "-Además, señora -dije yo entonces, inclinándome y consiguiendo emitir sonidos más o menos inteligibles-, ya tuve el honor de serle presentado.
        La encantadora mirada de Margarita pareció buscar en sus recuerdos, pero no se acordó, o no pareció acordarse.
       -Señora -continué-, le agradezco que hayáis olvidado esa primera presentación, porque fui ridículo y debí parecerle fastidioso. Fue, hace dos años, en la Ópera Cómica; yo estaba con Ernesto de...
        -¡Ah, ya me acuerdo! -continuó Margarita con una sonrisa-. No fue usted el ridículo, sino yo, que estuve burlona... Imagínese que tengo la mala costumbre de querer poner en apuros a las personas que veo por primera vez. Es muy estúpido. Mi médico dice que es porque soy nerviosa... Crea a mi médico..."

Conseguí una edición de bolsillo de esta genial novela de Dumas en Noviembre de 2002, en la Feria del Libro Antiguo instalada en el paseo Alfonso X de Murcia, también conocido como "el tontódromo". Me fijé en ella porque Zoraida, profesora de piano y melómana, acababa de prestarme un CD de la ópera La Traviata, donde se explicaba que su libreto se basaba en la vida de Margarita Gautier, la Dama de las Camelias, rojas o blancas dependiendo de la señal que quisiese enviar a sus amantes desde su palco del Variedades. Más tarde supe que en la película Pretty Woman, cuando Julia Roberts se emocionaba junto a Richard Gere en la ópera, era precisamente La Traviata la obra en escena.       

   Esta mañana releía algunos fragmentos de esta novela, que recuerdo haber disfrutado muchísimo durante dos o tres semanas de relajada lectura, inmediatamente después de adquirirla. Suelo leer muy despacio, imaginando a los personajes y buscando paralelismos en la vida actual, aprovechando que los sentimientos y las reacciones humanas son muy similares a lo largo de la historia. Disfruto especialmente de la capacidad del lenguaje escrito para describir situaciones, evocar sentimientos, emocionar o ayudar a comprender un poco más al ser humano en sus grandezas y limitaciones.

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