viernes, 24 de diciembre de 2010

Mis padres

Mis padres me trajeron al mundo en la milenaria ciudad de Cartagena y a punto de cumplir los nueve años nos vinimos a vivir a Murcia, la ciudad donde actualmente vivo y trabajo. Me siento muy cartagenero, muy murciano y muy ciudadano de donde en cada momento me tocase vivir, como así ocurrió cuando tuve la oportunidad de disfrutar de las gentes y el ambiente de Dublín, viviendo en la capital irlandesa durante casi seis meses,  en  períodos intermitentes entre los años 2004 y 2007.
      Para no desentonar con las estadísticas sobre la juventud española, permanecí en casa de mis padres hasta pasados los 30, y sólo cuando me independicé comprendí por qué las personas más relevantes y significativas en la vida son precisamente nuestros padres, con su inestimable contribución en todo lo relativo a nuestra formación, sensibilidad, valores, virtudes, forma de pensar, de sentir y de amar.  
      Francisco, mi padre, fue uno de los niños  que se fortaleció sobreviviendo a las penurias de la terrible Guerra Civil española. Como tantas veces nos cuenta, no pasó nunca hambre gracias al  denostado esfuerzo de mis abuelos, pero sí mucha necesidad al carecer de los alimentos, vestido, calzado y recursos mínimos imprescindibles para el bienestar. Luchador infatigable a lo largo de toda su vida, se cultivó de forma autodidacta en las disciplinas básicas (Matemáticas, Contabilidad, Geografía, Historia, Lengua y Literatura) y sin titulación oficial alguna consiguió un trabajo altamente cualificado y de mucha responsabilidad, tras aprobar una dura oposición para ingresar en el entonces Banco Hispano Americano.        
      De mi padre aprendí  y continúo aprendiendo que lo primero en esta vida debería ser la familia, para la que nunca ha escatimado esfuerzos y sacrificios. Su profesionalidad, entrega y dedicación al trabajo me han permitido experimentar y disfrutar de “la satisfacción del deber cumplido”,  cuando en mi trabajo intento seguir su ejemplo, desempeñándolo con esfuerzo, entusiasmo, cariño, vocación y la consideración hacia todas las personas a las que afecta directamente mi labor profesional. Muy pragmático, realista y resolutivo durante toda su vida, mi padre es y ha sido el imprescindible cobijo y punto de apoyo de toda la familia en los momentos realmente difíciles, ofreciendo las soluciones necesarias para superar las más duras pruebas que nos pone la vida.       

      Concepción, mi madre, tuvo una juventud muy ligada al ambiente cultural más activo en la Cartagena de los años 50 y 60. Trabajó como técnico de sonido en la entonces Radio Juventud de Cartagena y fue una excelente contralto en la insigne Masa Coral Tomás Luis de Victoria, lo que le permitió cultivar una sensibilidad especial para todo lo relacionado con la música, la literatura y la poesía.  Cuando se casó con mi padre, que entonces era viudo y con dos hijos –poco después  vendría  yo-, tuvo la generosidad de renunciar a su actividad profesional en la radio para dedicarse de lleno a su nueva familia, a la que se entregó en cuerpo y alma, ejerciendo de MADRE en el sentido más profundo de la palabra.  Con especial nostalgia recuerdo sus desvelos cuando tuvo que cuidar de su padre, mi abuelo Fulgencio, que enfermo de Alzheimer vino a vivir con nosotros. El cariño, dedicación y paciencia con los que se ocupó de atenderlo  durante los últimos años de su vida son el mejor ejemplo de humanidad que ha dejado a la familia.
      De mi madre aprendí y continúo aprendiendo a disfrutar de la música, el cine, la literatura y la poesía. Me emociona especialmente comprobar cómo a sus setenta y tantos años continúa tan apasionada y activa en sus múltiples actividades en la Asociación de Poetas y Escritores del Real Casino de Murcia, la Coral Universitaria del Aula Senior de la Universidad de Murcia, la asociación religiosa Vida Ascendente y otros tantos  grupos que ni soy capaz de enumerar: asiste a un par de reuniones literarias a la semana en otras dos asociaciones, practica Tai Chi y también  la puedes encontrar en algunas de las múltiples conferencias o cine-forums que continuamente  se organizan en Murcia . Mi padre, mucho más prudente, sensato y ecuánime, se lamenta –y no sin razón- de que "su Conchita" no sepa encontrar el equilibrio adecuado para encauzar  tal exceso de  inquietud cultural de una forma más relajada y acorde con el tiempo necesariamente limitado a 24 horas al día. Desde su jubilación, mi padre también ha sabido darnos el mejor ejemplo de quien quiere cuidarse y permanecer activo en sus ya ochenta años: su vida perfectamente planificada las 24 horas del día, sus paseos diarios de una hora, su decidida implicación como uno de los coordinadores de la asociación Vida Ascendente y sus denostados  esfuerzos por continuar leyendo pese a su reciente pérdida de visión, son la mejor muestra de ello.         
     Actualmente, Paco y Conchita forman una pareja entrañable, apoyándose mutuamente y queriéndose como nunca en este período de madurez y merecida satisfacción por lo mucho trabajado a lo largo de toda su vida, por y para la familia. Su profunda formación religiosa les ayuda a sobrellevar las dificultades del día a día y continuar siendo un ejemplo de esfuerzo y vitalidad para todos los que disfrutamos de su cariño y compañía.  Ellos, que me conocen muy bien, entenderán la profunda emoción desde la  que estoy escribiendo estas letras, precisamente durante la mañana de un 24 de Diciembre, el día en que nos reuniremos todos para celebrar la Nochebuena,  y es por eso que me siento muy feliz de poder compartirlas con ellos, con toda la familia y todo aquél que al igual que nosotros, también haya tenido la suerte de tener LOS MEJORES PADRES.  




4 comentarios:

  1. Qué hermoso homenaje a tus padres, Fulgencio, y qué lindo el amor que describes. A veces, la realidad está pintada con colores más intensos que ésos la ficción y eso nos invita a todos a seguir teniendo esperanza y seguir soñando...

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  2. Me alegro mucho de que te guste, Isabel. Es un homenaje a mis padres al mismo tiempo que una reflexión sobre los numerosos valores que he heredado y aprendido de ellos. Respecto a los colores de la realidad, yo creo que alcanzan su intensidad máxima cuando pensamos en al auténtico, puro y siempre desinteresado AMOR de nuestros padres.

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  3. Sencillamente maravilloso Fulgen, de una sensibilidad exquisita. Besos amigo mío

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  4. Muchas gracias Evica. Es una gran alegría y orgullo tenerte de seguidora en el blog :-)

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