viernes, 31 de diciembre de 2010

Dora de Shanghai

Jiaying Tang es el verdadero nombre de Dora, una chica de Shanghai que se dejó caer por mi casa a través de una solicitud de couch (sofá o cama) desde la página web de CouchSurfing, una red social que agrupa a todos los que disfrutamos conociendo a nuevas personas de diferentes nacionalidades, culturas y formas de pensar, y que facilita la organización de encuentros desde para tomar un café hasta para hospedar o ser hospedado gratuitamente en las casas de otros couchsurfers.   
      Recibí un escueto mensaje de Dora explicándome que residía en Valencia, donde estaba aprendiendo español, y que quería pasar unos días en Murcia, con el objetivo de conocer nuestra cultura y también de bailar salsa, que es una de sus aficiones favoritas. Yo le respondí diciéndole que podía hospedarse en mi casa durante tres días y que podría enseñarle Murcia,  además de salir a bailar salsa todas las noches que le apeteciera.             
      El pasado martes sobre las 10 de la mañana nos conocíamos personalmente en la estación de autobuses de Murcia, y a partir de aquí se iniciaba una de esas tantas historias de encuentros personales que conforman la vida, aunque en este caso con la impronta de una mentalidad abierta, tolerante y empática por ambas partes, lo que facilitó que la convivencia funcionase de forma más que satisfactoria.      
      Paseando por Murcia y visitando nuestros edificios más emblemáticos, museos, exposiciones y monumentos -especialmente le gustó la catedral-, Dora se mostraba muy seria, interesada y anotando en su libreta todo aquello que le parecía curioso o relevante para sus conocimientos de nuestra cultura e idioma. Cada vez que yo saludaba a alguien, ella se acercaba con decisión a mis conocidos y les sonreía con un entrañable  y sonoro “¡¡¡HOLA!!!”, que todos ellos celebraban riendo y esperando a que yo les explicase: -Es Dora, de Shanghai, que ha venido a conocer Murcia durante unos días.  
      En casa se conectaba continuamente a internet –los dos en mi salón nos hacíamos compañía, cada uno centrado en su portátil-, cocinábamos juntos: ella, al principio, prefería observar y aprender de “mis dotes culinarias”, pero cuando comprobó mi torpeza frente a las cacerolas y sartenes, no tuvo más remedio que tomar la iniciativa y ser ella misma la que cocinase exquisitos platos que, según me decía, nunca había hecho antes. Nuestras conversaciones eran de lo más variado, pero a mí me interesó especialmente saber de Shanghai, de su vida en la ciudad más poblada de China –ya son 20 millones sus habitantes-, de la relación con sus padres - a los que pude conocer por Skype-, la censura política en el país, su experiencia como estudiante de Ingeniería Ambiental en la Universidad, el carácter y la forma de pensar de los chinos...   
      Pero si todo esto me resultó muy interesante, lo verdaderamente alucinante fue conocer a otra Dora completamente diferente e irreconocible en la pista de baile del Punta Cana, un local de salsa situado en la zona de las Atalayas de Murcia, al que acudimos a bailar el miércoles y el jueves pasadas las 12 de la noche.  Causó tal sensación en la pista, que la sacaron a bailar los mejores bailarines de salsa, cautivados por su técnica, ritmo, movimientos,  su exótico encanto y belleza orientales. Y al micrófono de la sala, mis amigos Javi (DJ Negro) y Elena la anunciaban como ¡¡¡Dora de Shanghai!!!, despertando la curiosidad y atención de los asistentes ante el extraño acontecimiento de “una china” bailando salsa al más alto nivel. 
  
      Hoy viernes, a las 3 de la tarde, nos despedíamos Dora y yo en la estación de autobuses de Murcia con un "hasta siempre", ya que seguiremos en contacto a través de internet y muy probablemente nos veamos de nuevo en Valencia, Murcia o Shanghai. Sin embargo sentí la tristeza de las despedidas, del saber que nunca se volverá a repetir esta pequeña historia de tres días, al menos de la misma forma y con los mismos ingredientes: las emociones del primer encuentro, el inicio y desarrollo de una comunicación con el propósito principal de agradar al otro y disfrutar de su compañía, la búsqueda de afinidades e intereses comunes, empezando por la comida y acabando por las ideas, proyectos o motivaciones más profundas en la vida… Y durante todo este proceso, el inevitable cariño que surge entre las personas cuando la convivencia es gratificante, entrañable, divertida y muy positiva.  
      Hoy viernes, 31 de Diciembre de 2010, despido un nuevo año con la satisfacción de continuar vivo, ilusionado por seguir aprendiendo y compartiendo lo mejor de mí mismo con mis seres más queridos y con muchos otros, que al igual que Dora, también se crucen en mi camino. 
Pd: Si te apetece ver a Dora bailando salsa en Shanghai, durante la fiesta de su 28 cumpleaños, pincha aquí

domingo, 26 de diciembre de 2010

Sobre la salud y el amor

A los pocos días de comenzar las vacaciones de Semana Santa caí enfermo con uno de esos catarros, enfriamientos o gripes que te elevan la temperatura por encima de los 38 grados. Ágata, que también tenía vacaciones como estudiante Erasmus en la Universidad de Alicante, pasaría por mi casa a despedirse antes de regresar a Polonia para disfrutar de unos días con sus padres, pero yo se lo prohibí tajantemente:  temía contagiarla y estropear esos pocos días de feliz estancia junto a sus seres más queridos.
      Me recuerdo perfectamente tumbado a lo largo del sofá en el salón de mi casa, arropado con una manta, sudando, solo, un poco triste y con esa sensación tan desagradable del cuerpo dolorido, fatigado y que apenas te responde…  Serían más de las siete u ocho de la tarde, cuando de repente me pareció escuchar un ruido procedente de la puerta de mi casa, tras lo que comprobé entre estupefacto y emocionado cómo Ágata entraba muy decidida al salón, sonriente, con palabras de ánimo y dispuesta a cuidarme y a quedarse conmigo el tiempo que hiciera falta. Afortunadamente no tuvo que renunciar a su viaje a Polonia, porque mi recuperación fue muy rápida, entre risas, nuestras siempre divertidas conversaciones mezclando el castellano con el inglés, otras más profundas y serias, y mucho cariño.  
      Otro día mucho más significativo e importante para mí, no recuerdo si previo o posterior a la vivencia que acabo de relatar, me llama Ágata al móvil asustada y diciéndome que se encontraba en un Centro de Salud de Alicante, acompañada de sus compañeras de piso.  Yo estaba en mi despacho con otro profesor,  le dije que tenía que salir urgentemente,  e inmediatamente cogí el coche para tomar la autovía Murcia-Alicante, con una mezcla de sentimientos entre la preocupación de lo que pudiese ocurrirle y la satisfacción de saber que iba a poder cuidarla y ayudarla a recuperarse.
       Convencí a Ágata para traerla a mi casa y en el camino de vuelta observé cómo lentamente cambiaba su cara, sonreía un poco más y parecía recuperarse, como mínimo del susto que acababa de tener. Yo tenía en mente todos los pasos a seguir: que la viera mi amiga Mariate,  entonces médico residente de Ginecología, darle todos los medicamente que hiciesen falta, intentar que descansase todo lo necesario, animarla  y distraerla para que se olvidase de esos dolores que tanto le preocupaban… , pero lo cierto y verdad es que no hizo falta nada de eso. Ágata se encontraba perfectamente pocas horas después, sin dolores, sin fiebre, con un magnífico aspecto, la  cara sonrosada y feliz de encontrarse en su querida Murcia, porque yo estoy convencido de que Ágata guarda muchos mejores recuerdos de Murcia que de Alicante... Ese día me sentí el hombre más satisfecho y feliz del mundo. 
      

viernes, 24 de diciembre de 2010

Mis padres

Mis padres me trajeron al mundo en la milenaria ciudad de Cartagena y a punto de cumplir los nueve años nos vinimos a vivir a Murcia, la ciudad donde actualmente vivo y trabajo. Me siento muy cartagenero, muy murciano y muy ciudadano de donde en cada momento me tocase vivir, como así ocurrió cuando tuve la oportunidad de disfrutar de las gentes y el ambiente de Dublín, viviendo en la capital irlandesa durante casi seis meses,  en  períodos intermitentes entre los años 2004 y 2007.
      Para no desentonar con las estadísticas sobre la juventud española, permanecí en casa de mis padres hasta pasados los 30, y sólo cuando me independicé comprendí por qué las personas más relevantes y significativas en la vida son precisamente nuestros padres, con su inestimable contribución en todo lo relativo a nuestra formación, sensibilidad, valores, virtudes, forma de pensar, de sentir y de amar.  
      Francisco, mi padre, fue uno de los niños  que se fortaleció sobreviviendo a las penurias de la terrible Guerra Civil española. Como tantas veces nos cuenta, no pasó nunca hambre gracias al  denostado esfuerzo de mis abuelos, pero sí mucha necesidad al carecer de los alimentos, vestido, calzado y recursos mínimos imprescindibles para el bienestar. Luchador infatigable a lo largo de toda su vida, se cultivó de forma autodidacta en las disciplinas básicas (Matemáticas, Contabilidad, Geografía, Historia, Lengua y Literatura) y sin titulación oficial alguna consiguió un trabajo altamente cualificado y de mucha responsabilidad, tras aprobar una dura oposición para ingresar en el entonces Banco Hispano Americano.        
      De mi padre aprendí  y continúo aprendiendo que lo primero en esta vida debería ser la familia, para la que nunca ha escatimado esfuerzos y sacrificios. Su profesionalidad, entrega y dedicación al trabajo me han permitido experimentar y disfrutar de “la satisfacción del deber cumplido”,  cuando en mi trabajo intento seguir su ejemplo, desempeñándolo con esfuerzo, entusiasmo, cariño, vocación y la consideración hacia todas las personas a las que afecta directamente mi labor profesional. Muy pragmático, realista y resolutivo durante toda su vida, mi padre es y ha sido el imprescindible cobijo y punto de apoyo de toda la familia en los momentos realmente difíciles, ofreciendo las soluciones necesarias para superar las más duras pruebas que nos pone la vida.       

      Concepción, mi madre, tuvo una juventud muy ligada al ambiente cultural más activo en la Cartagena de los años 50 y 60. Trabajó como técnico de sonido en la entonces Radio Juventud de Cartagena y fue una excelente contralto en la insigne Masa Coral Tomás Luis de Victoria, lo que le permitió cultivar una sensibilidad especial para todo lo relacionado con la música, la literatura y la poesía.  Cuando se casó con mi padre, que entonces era viudo y con dos hijos –poco después  vendría  yo-, tuvo la generosidad de renunciar a su actividad profesional en la radio para dedicarse de lleno a su nueva familia, a la que se entregó en cuerpo y alma, ejerciendo de MADRE en el sentido más profundo de la palabra.  Con especial nostalgia recuerdo sus desvelos cuando tuvo que cuidar de su padre, mi abuelo Fulgencio, que enfermo de Alzheimer vino a vivir con nosotros. El cariño, dedicación y paciencia con los que se ocupó de atenderlo  durante los últimos años de su vida son el mejor ejemplo de humanidad que ha dejado a la familia.
      De mi madre aprendí y continúo aprendiendo a disfrutar de la música, el cine, la literatura y la poesía. Me emociona especialmente comprobar cómo a sus setenta y tantos años continúa tan apasionada y activa en sus múltiples actividades en la Asociación de Poetas y Escritores del Real Casino de Murcia, la Coral Universitaria del Aula Senior de la Universidad de Murcia, la asociación religiosa Vida Ascendente y otros tantos  grupos que ni soy capaz de enumerar: asiste a un par de reuniones literarias a la semana en otras dos asociaciones, practica Tai Chi y también  la puedes encontrar en algunas de las múltiples conferencias o cine-forums que continuamente  se organizan en Murcia . Mi padre, mucho más prudente, sensato y ecuánime, se lamenta –y no sin razón- de que "su Conchita" no sepa encontrar el equilibrio adecuado para encauzar  tal exceso de  inquietud cultural de una forma más relajada y acorde con el tiempo necesariamente limitado a 24 horas al día. Desde su jubilación, mi padre también ha sabido darnos el mejor ejemplo de quien quiere cuidarse y permanecer activo en sus ya ochenta años: su vida perfectamente planificada las 24 horas del día, sus paseos diarios de una hora, su decidida implicación como uno de los coordinadores de la asociación Vida Ascendente y sus denostados  esfuerzos por continuar leyendo pese a su reciente pérdida de visión, son la mejor muestra de ello.         
     Actualmente, Paco y Conchita forman una pareja entrañable, apoyándose mutuamente y queriéndose como nunca en este período de madurez y merecida satisfacción por lo mucho trabajado a lo largo de toda su vida, por y para la familia. Su profunda formación religiosa les ayuda a sobrellevar las dificultades del día a día y continuar siendo un ejemplo de esfuerzo y vitalidad para todos los que disfrutamos de su cariño y compañía.  Ellos, que me conocen muy bien, entenderán la profunda emoción desde la  que estoy escribiendo estas letras, precisamente durante la mañana de un 24 de Diciembre, el día en que nos reuniremos todos para celebrar la Nochebuena,  y es por eso que me siento muy feliz de poder compartirlas con ellos, con toda la familia y todo aquél que al igual que nosotros, también haya tenido la suerte de tener LOS MEJORES PADRES.  




domingo, 19 de diciembre de 2010

Fiesta de cumpleaños

Ayer celebrábamos el cumpleaños de mi amiga Arantxa de una forma muy especial: todos sus amigos y familiares bailando junto a ella en Lunatic, un local de salsa y música variada situado en las dependencias  de Terra Natura en Murcia. Había tantísima gente en el local, que apenas teníamos espacio para bailar, lo que me llevó a preguntarle en broma a Arantxa si los había invitado a todos, recordándole que siempre podía recurrir a la irrepetible intervención de Lola Flores, cuando en la boda de su hija Lolita espetó a sus invitados con el inolvidable “¡si me queréis, por favor, iiiiiiiiirse!”.  
    Afortunadamente, Arantxa no los había invitado a todos, y avanzada la madrugada, alrededor de las 2, cuando ya sólo quedábamos sus amigos en un ambiente mucho más relajado y cordial, surgió el esperado ritual: sonaba la salsa Tu cumpleaños de Willy Chirino y muchos de sus amigos, cogidos de la mano en un círculo y girando al ritmo de la música, la invitábamos a bailar salsa en el centro con uno de nosotros, y a continuación con todos y cada uno de los chicos, que nos íbamos turnando con la habitual elegancia, estilo y ritmo salseros.  
    De la misma forma que ocurre con la tradición de apagar velas en una tarta o de cantar el tradicional “Cumpleaños Feliz”, en algún momento de la “historia”, algún bailarín de salsa propuso celebrar los cumpleaños con el bonito homenaje que supone ser invitado a bailar por cada uno de tus amigos y conocidos, en el centro de la pista, con la atención,  admiración y el cariño de todos.  Fue una brillante idea, porque este sencillo ritual, que se repite día tras día en la mayoría de locales de salsa del mundo - yo lo he visto en Murcia, Cartagena, Los Alcázares, La Manga, Alicante, Madrid y hasta en Dublín…-,  crea un importante lazo de identidad que a todos los que bailamos salsa nos hace sentir como una gran familia, sin distinción de razas, creencias o nacionalidades, y con la pasión compartida que supone saborear, sentir, disfrutar y compartir bailando los ritmos de la salsa, la bachata, el merengue o el cha-cha-chá.    
   Muchas gracias, Arantxa, por invitarme a tu cumpleaños y te deseo que nunca dejes de bailar salsa, para que puedas seguir cumpliendo años en este ambiente tan sano, gratificante, rítmico y cordial :)

Pd: Mi amiga Dora me envía este vídeo con la celebración de su 28 cumpleaños en Shangai. Aunque suena otra salsa de cumpleaños diferente a la de Willy Chirino y los bailarines no forman ningún corro, por lo demás es muy similar a lo que relato en el post.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Retiro espiritual

Es siempre muy grato conversar con mis amigos Paco y Pilar, mientras cuidan de sus hijos, en el jardín frente a mi casa. Nos conocemos desde hace más de 20 años, lo que nos ofrece una enriquecedora perspectiva de cómo nuestras vivencias, sentimientos, valores y opiniones evolucionan con el tiempo. Hace un par de años, Paco me pidió un favor un tanto sorprendente, que yo interpreté como un ofrecimiento muy especial. Me habló de su compromiso de acudir a la Capilla de Adoración Perpetua situada junto a la Catedral de Murcia, durante una hora a la semana, turnándose con otros feligreses para que la única capilla de oración abierta durante las 24 horas del día en Murcia nunca estuviese vacía. Su problema era que en un Domingo de los que le tocaba de 14 a 15 horas le coincidía con otro compromiso familiar y me pedía el favor de que lo sustituyese, permaneciendo en la capilla durante esa hora. No necesitaba una respuesta inmediata, pero sí mi confirmación acerca de si aceptaba o no con dos o tres días de antelación, lo que así hice comprometiéndome a sustituirle.        
    El Domingo acordado llegué a la Plaza de la Catedral puntual y con una edición de bolsillo de los Cuatro Evangelios: una hora me parecía mucho tiempo y la lectura del Nuevo Testamento me ayudaría a desempeñar responsablemente mi cometido.  Entré  a la Capilla de Santiago –así se llama-, muy pequeña y acogedora, apunté mi nombre como sustituto de Paco en el libro que recoge los turnos de oración, me saludó sonriente la persona que acababa de terminar el suyo, y permanecí sentado y en silencio junto a otras tres o cuatro personas que también habían entrado a la capilla…. Tan sólo recuerdo que la hora se me pasó volando y que sentí  la satisfacción de estar contribuyendo a un proyecto importante, más allá del “favor” que estaba haciendo a un amigo.  
    Tras esta curiosa experiencia, cada vez que paso por la Plaza de la Catedral, observo la Capilla de Santiago, a mano de derecha conforme se mira a la fachada principal de la Catedral, y me acuerdo de los cientos de murcianos que como Paco se turnan semanalmente con un propósito esencialmente religioso y espiritual. Y me conmueve la idea de que todavía persista  esa sensibilidad religiosa tan necesaria, útil y reconfortante en los momentos críticos, buenos o malos, que continuamente nos depara la vida.  

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Música y complicidad

Era una chica muy atractiva, la estuve observando durante algún tiempo frente a mí, y pese a no conocerla absolutamente de nada, me decidí casi sin pensarlo y sin mediar palabra alguna a extender mis brazos frente a ella, indicándole con el gesto y la mirada que la invitaba a bailar. Respondió con una amplia sonrisa y levantándose para acompañarme a la pista de baile, los dos cogidos de la mano hasta colocarnos en posición de bailar. Sonaba una bachata, un ritmo dominicano lento, romántico y sentido, salpicado de una percusión con timbales muy suave y acorde al tono relajado de la música. Enseguida percibí que a ella también le encantaba la versión de Lágrimas interpretada por el grupo Aventura,  lenta en sus primeros compases  e intensa en su momento central.  Los dos mirándonos a los ojos, sonriendo, enlazados en un fuerte abrazo y todavía sin dirigirnos la palabra, nos desplazábamos, deslizábamos y girábamos al ritmo de la música, básicamente dejándonos llevar por el entusiasmo y la confianza inesperadamente surgida entre dos personas que no se conocen de nada. Y era la música de una entrañable bachata la que se había ofrecido de Celestina, emocionándonos, mostrándonos una nueva forma de comunicación y conexión, también haciéndonos reír a carcajadas y llevándonos a sentir la profunda satisfacción de una complicidad que se inicia a través de la música.            

miércoles, 8 de diciembre de 2010

París, también en bicicleta

  - Entonces, ¿nos vamos a Disneylandia (París)?
  Sus ojos respondieron de forma directa e inequívoca. De pequeña, cuando hizo la Primera Comunión en Polonia, sus padres también le regalaron dos o tres días en la mágica Disney. Lo que nunca sospeché es el regalo que yo también recibiría durante nuestro primer día en París.

  La idea era aprovechar la escapada para visitar la ciudad de París, en la que yo nunca había estado y después sumergirnos de lleno en ese viaje de retorno a la infancia junto a la Bella Durmiente, Mickey, Minie, Alicia, en la "Casa Encantada" o con los "Piratas del Caribe"... Saldríamos de Murcia con destino al aeropuerto de Alicante un sábado por la tarde y regresaríamos el siguiente jueves ya por la tarde-noche: casi dos días en París y los otros tres en Disney.

   Abrumados con tanta información en internet: hoteles, vuelos, ofertas de ocio..., parecía un poco complicada la organización del viaje. Para quien no ha visitado nunca París, qué menos que disfrutar de un paseo en barco por el Sena, subir a la torre Eifel, visitar el Louvre, Notre Dame, pasear por los campos Elíseos o patear la zona y alredeores de Montmartre. Lo de Disney era mucho más sencillo: escoger uno de los hoteles y limitarse a visitar todas y cada una de las atracciones perfectamente reseñadas en el plano.

   Por culpa de un retraso en el vuelo llegamos al aeropuerto Charles de Gaulle pasadas las 23:30 del sábado y nos vimos obligados a coger un taxi con destino a nuestro hotel en el área de Monmartre. A la mañana siguente madrugamos y con ropa deportiva y mochila en mano cogimos el metro en dirección a la catedral de Notre Dame, donde nos esperaba la sorpresa que con tanto celo me había preparado Ágata: había reservado un bike tour guiado desde la 10 a las 15 horas, con el que tuvimos la oportunidad de conocer buena parte de París de la mejor forma que nunca hubiese imaginado...

   Ayer me cruzaba con mis queridos amigos Mariate y Ángel frente al museo Salzillo de Murcia, los tres en bicicleta, pero con la peculiaridad de que ellos volvían de trabajar de sus respectivos hospitales, en los que ejercen como médicos, ginecóloga ella y cardiólogo él. A cualquiera que no viva en Murcia le extrañará el que yo destaque este hecho, pero es que en Murcia, ciudad perfecta para circular en bicicleta, casi todo el mundo se desplaza en coche por una ciudad incapaz de absorber tanto tráfico. Ángel y Mariate estuvieron en París hace unas semanas, y también reservaron un bike tour, con el que disfrutaron muchísimo, gracias a mis sabios consejos ;-)
  

martes, 7 de diciembre de 2010

La Dame aux Camèlias

       "-Además, señora -dije yo entonces, inclinándome y consiguiendo emitir sonidos más o menos inteligibles-, ya tuve el honor de serle presentado.
        La encantadora mirada de Margarita pareció buscar en sus recuerdos, pero no se acordó, o no pareció acordarse.
       -Señora -continué-, le agradezco que hayáis olvidado esa primera presentación, porque fui ridículo y debí parecerle fastidioso. Fue, hace dos años, en la Ópera Cómica; yo estaba con Ernesto de...
        -¡Ah, ya me acuerdo! -continuó Margarita con una sonrisa-. No fue usted el ridículo, sino yo, que estuve burlona... Imagínese que tengo la mala costumbre de querer poner en apuros a las personas que veo por primera vez. Es muy estúpido. Mi médico dice que es porque soy nerviosa... Crea a mi médico..."

Conseguí una edición de bolsillo de esta genial novela de Dumas en Noviembre de 2002, en la Feria del Libro Antiguo instalada en el paseo Alfonso X de Murcia, también conocido como "el tontódromo". Me fijé en ella porque Zoraida, profesora de piano y melómana, acababa de prestarme un CD de la ópera La Traviata, donde se explicaba que su libreto se basaba en la vida de Margarita Gautier, la Dama de las Camelias, rojas o blancas dependiendo de la señal que quisiese enviar a sus amantes desde su palco del Variedades. Más tarde supe que en la película Pretty Woman, cuando Julia Roberts se emocionaba junto a Richard Gere en la ópera, era precisamente La Traviata la obra en escena.       

   Esta mañana releía algunos fragmentos de esta novela, que recuerdo haber disfrutado muchísimo durante dos o tres semanas de relajada lectura, inmediatamente después de adquirirla. Suelo leer muy despacio, imaginando a los personajes y buscando paralelismos en la vida actual, aprovechando que los sentimientos y las reacciones humanas son muy similares a lo largo de la historia. Disfruto especialmente de la capacidad del lenguaje escrito para describir situaciones, evocar sentimientos, emocionar o ayudar a comprender un poco más al ser humano en sus grandezas y limitaciones.

lunes, 6 de diciembre de 2010

En lugar de dormir la siesta

Esta tarde tomé una muy buena decisión cuando, en lugar de volver a mi casa después de comer para relajarme y descansar, opté por coger la bicicleta e irme de Murcia a Los Garres, disfrutando de un paisaje y un clima inusual en estos días de un ya avanzado Otoño: el cielo completamente despejado y la temperatura oscilando entre los 19 y 23 grados. Los paseos solitarios invitan a la reflexión y a una actitud un poco más observadora de lo que nos rodea. Cuando además sales de la ciudad te sientes mucho más inmerso en la naturaleza y más próximo a las personas con las que te cruzas, algunos asomados a las puertas de sus casas, otros en plena faena en la huerta y muchos observándote de forma discreta y amable.

    Los paseos en bicicleta pueden ser un deporte suave y saludable cuando uno se desplaza sin prisas, intentando relajarse y procurando disfrutar de toda la naturaleza: las montañas que rodean Murcia, las carreteras secundarias apenas transitadas por los coches, las casas de la huerta, una puesta de sol o una bandada de pájaros revoloteando en el horizonte. Y son precisamente estos pájaros los que me han animado a escribir estas letras como recuerdo de esta experiencia tan cotidiana como entrañable, cuando el estado de ánimo lo permite y somos capaces de dejar a un lado el estrés que tanto nos afecta (pobres controladores aéreos, incapaces de controlar su propio estrés en los momentos más críticos). Resulta que los mencionados pájaros, en una bandada de más de cien, revoloteaban y revoloteaban dando vueltas sin avanzar en ningún sentido. No sé por qué extraña razón, si climática o etológica, los pájaros no parecían ir a ningún sitio, como habitualmente suele suceder, buscando un mejor clima o latitud, sino que se empeñaban en simplemente dar vueltas, todos muy organizados en un gran grupo, pero sin más destino o propósito que el de volar sin salir de un pequeño espacio, lo que me ha permitido observarlos y disfrutarlos casi durante todo el camino de vuelta a Murcia.

    Dicen algunos que, a veces,  lo más sencillo puede significar algo muy importante e interesante en nuestras vidas. Y en efecto, una bicicleta, un precioso paisaje mediterráneo (me encanta Murcia, mi ciudad) y una bandada de pájaros un tanto despistada pueden hacerte sentir especialmente bien en una tarde otoñal del largo puente de la Inmaculada.